viernes, noviembre 24, 2006

Una casa. La fachada tiene sólo una puerta y una ventana. Las dos de madera y en forma de arco pintadas de un color amarillento. Los muros son de ladrillo y no están pintados, nunca lo han estado. Hay dos escalones que suben de la calle a la puerta. Es extraño ver esta casa así después de tanto tiempo que ha estado casi abandonada como creo que está la abuela. Al verla pienso en tantas cosas. La abuela tan arrugada, tan reseca, con las piernas hinchadas, viendo la tele. La abuela que sólo sale los domingos al panteón y a misa. Cuando me siento al lado de ella me encaja el codo en la pierna para hacerme reír, y río. Se la llevaron hace meses a vivir a otra casa y ya no sonríe más.

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