Muerte Mineral

jueves, julio 28, 2005

Jorge Cuesta: Canto a un Dios mineral*

"Ese es el fruto que del tiempo es dueño;
en él la entraña su pavor, su sueño
y su labor termina. "
JORGE CUESTA, Canto a un Dios mineral
Me regalaron un libro de Jorge Cuesta cuando tenía quince años. Eran sus Ensayos Políticos y como era de esperarse no le entendí nada. Me alejé de él por varios años sin imaginar volver a encontrármelo algún día. Hace apenas unos meses me lo topé por casualidad en una librería, una pequeña antología de sus poemas. Sin pensarlo lo tomé y lo compré junto con las dos novelas que había escogido antes. Al llegar a mi casa fue lo primero que leí. Devoré el libro. A partir de entonces no he podido dejar de pensar en él. Me atrapó y al mismo tiempo me sorprendió recordar que ya lo conocía. Pero ninguno de los dos éramos los mismos. Jorge Cuesta nació en el año de 1903 y a la edad de 38 años decidió escapar del tiempo, exiliarse a sí mismo, saltar de una virtual lobotomía corporal a la eternidad.

Canto a un dios mineral (1942)[i] fue su último poema y la revelación de su pensamiento. Escribió las últimas tres estrofas de una manera abrupta, pocos minutos antes de que lo internaran por última vez en el sanatorio psiquiátrico de Tlalpan. Cuando los enfermeros llegaron a recogerlo para llevarlo al hospital, el poeta pidió que lo esperaran un momento. Después de afeitarse, lavarse y vestirse; de pie, con toda calma, apoyado en la esquina del aparador del comedor, las redactó de golpe. Esto, unido al carácter póstumo del poema y al afán perfeccionista de Cuesta, ha llevado a algunos a pensar que se trata de un poema inacabado. El poema es en sí el punto culminante de su poesía y de su vida al mismo tiempo. Hermético, alquimista, barroco, lúcido al extremo del hielo ardiente. Canto a un dios mineral tiene una característica fundamental y es que tiene infinidad de interpretaciones, que aunque aparentemente sean muy distintas, permanecen dentro de un universo semántico común. Teoría del caos, orden dentro del desorden y viceversa. Canto a un dios mineral parece así un poema no sólo inacabado sino inacabable. A este poema podríamos aplicar lo que dijo Carlos Monsiváis a propósito de Muerte sin fin:[ii] "Todo lo que se diga puede ser válido y nada de lo que se diga fija al poema".

En Canto a un dios mineral --Dios hecho de materia o materia que se ha vuelto Dios—Cuesta resume los temas por los que investigaba, escribía, vivía: el cielo, la tierra, el fuego, la Obra, el tiempo, el hombre, el placer, los contrarios, la inmortalidad. El Canto anuncia el triunfo del químico que así, sin pensarlo toma un mortero, muele los granos resultantes del experimento, les agrega un excipiente y prepara la solución que luego se inyecta. Utilizó su propio cuerpo como conejillo de indias. Afrontó el riesgo: apostarlo todo en un último acto que era poesía. Su conversión orgánica y fisiológica, su mutación en andrógino. Porque creía que ese era “…el fruto que del tiempo es dueño...” Dejarlo todo, sacrificarlo todo, abandonarlo todo. Permanecer para siempre solo. Por la eternidad.
*Fragmento

[i] Jorge Cuesta, "Canto a un dios mineral” en Obras p. 289
[ii] Carlos Monsiváis, nota a José Gorostiza en "Poesía Mexicana II", p. 443.

1 comentarios:

Sólo Soy Un Ojo dijo...

Yo tuve un primer encuentro con Jorge Cuesta hace poco, fue por un libro de Jorge Volpi que se llama "A Pesar Del Oscuro Silencio" que es uno de mis libros favoritos. en fin espero encontrar pronto "Canto A Un Dios Mineral".
Muy buen blog.
Saludos.