Obsesión

sábado, noviembre 05, 2005

A Sylvia Plath

Abro los ojos, te veo sigues aquí.
Tan grande en mi cabeza , tan muerta en la estufa.
Sylvia Sylvia Sylvia
Tan sin límites y atada.
Tu nombre no me deja dormir,
el dolor llega a las gotas de mis ojos,
la lluvia cae en mi cabeza serpenteando gas.
Ayer fuiste ayer:
iluminación color monóxido,
la boca abierta,
los ojos perdidos,
la lengua tiesa,
así te encontraron
y hacía frío como hoy.

2 comentarios:

nacho dijo...

Gracias por acordarte, yo cómo no voy a recordar aquel balde lleno de caguamas y aquellos aromáticos cigarrillos que endulzaban el aire del camposanto... je.

Te mando un abrazo... nacho mondaca

Kramer dijo...

Mis fronteras son opacas como un engaño y frías como un paseo por mis deseos. Tan es así, que mi cerebro empolvado ya no se atreve a rebasar el cielo raso, por miedo a desplomarse, con un giro nauseabundo de vuelta a mi cama. Me conformo con contemplar el techo oscilante, con los ojos secos y entrecerrados. Me es imposible mirar hacia otro lado.