Monóxido de carbono

jueves, enero 12, 2006

para mi tío Rolando QEPD
…tus manos al hablar, los codos en la mesa, yo temblaba, un cigarro, adiós. El sol me golpea los ojos y borra todo con su luz. Convierte el tiempo en esta tranquilidad inhabitada. Es un amanecer largo. Todo se detiene como en una caída interminable: los rostros, el humo, mis ojos en su pupila, las heridas del invierno.
¿Qué me pueden decir ellos de ti? No, no quiero imaginar ahora ninguna historia. No estoy, gracias a mis palabras, rescatándote de la muerte. Una mañana nos despertamos así: yo aquí, tú allá.
De nada sirve pensar qué habría pasado. Tal vez bastaría una palabra, no un gesto vago, sino una palabra. No sé cómo pudo ser esa palabra ni en qué momento debí decirla, sólo siento que quedó ahí, en las paredes, en las ventanas, en la lluvia. Por eso no quiero callarme ahora y pregunto Si no estás aquí en dónde. Nada tiene término. Junto uno a uno los pedazos de lo sucedido y lo reconstruyo.

En la mañana fuiste al club como de costumbre. Llegaste a la casa antes que yo saliera, contrario a lo que habíamos acordado. Te reclamé y discutimos hiriéndonos, ignorando todo cerramos puertas. Cómo soltaste mi mano. Cómo lloraba. Salí de la casa. Caminé sin pensar en nada. Quise creer que habías salido a alcanzarme en un último intento por retenerme. Miré todo con atención, mientras, tú empacabas: ropa, zapatos, gorras, lociones, todo. Sé que te dolió dejarnos, sé que sin darme cuenta yo te orillé a hacerlo. Dejaste el celular en el buró junto con tu reloj. Tal vez te dio flojera levantarte a apagar el calentador. Te encontraron destapado, sin camisa, con el brazo doblado debajo de la almohada como acostumbrabas dormir.

Regreso a la cama. El olor de tu pelo aún está sobre la almohada. Me inunda esta soledad viscosa, ácida, que se extiende por mis dedos hasta llegar al papel. Furiosa, tengo la impresión de haberme mutilado, de haber roto el eje que me unía a ti. Un dolor sin nombre me arranca lentamente de este texto. Sé que oficio un rito de resurrección y de muerte, una especie de resumen de todo lo que me duele habernos hecho, que me lleva mucho más allá de estas cuatro paredes en donde la mañana se va, en donde yo soy sólo dolor, rodeada de esperas, de perdón. En donde nada ha cambiado y sólo eres tú el que no está. En donde sé que me faltó tiempo para demostrártelo. En donde estoy ahora, vacía. Y lloro. ¿Qué otra cosa puedo hacer?

De Antoología (2006) by me

2 comentarios:

zora dijo...

Tome 2 ojos y arrójelos
tome un par de párpados y olvídelos
unos cuantos segundos y multiplíquelos
caderas, estómago, vísceras, cabello
no sirven
me oye?
NO SIRVEN
...

mientras su corazón lo haga.

Kramer dijo...

dar gracias y guardar silencio...